Aunque creamos que vivimos en una era donde gozamos de plena libertad sexual, porque elegimos nuestras parejas o nos acostamos con quien queremos, la verdad es que muchas personas no se sienten con el derecho a hacer todo aquello que realmente les apetece, cuando se trata de irse a la cama. 

Las películas, las vergüenzas, los tabúes, el miedo a lo que los otros opinarán de nosotros si pedimos según qué, los complejos… son barreras a nuestra imaginación, a nuestro actuar en el sexo. 

Hay un romanticismo creado por las películas y por las historias que nos cuentan que es perjudicial, simplemente porque no existe. Claro está que el romanticismo es real, pero no ciertas creencias que se derivan de su idealismo

Hay muchos mitos y creencias sexuales falsos que es necesario detectar y luchar contra ellos. Aquí expongo unos cuantos y sus soluciones:

  • Si mi pareja me quiere, tiene que saber como “tocarme”: creer que la otra persona tiene que “adivinar” por “arte de magia” lo que nos gusta, cómo hacerlo, en qué momento… 

Solución: decirle directamente lo que nos gusta y lo que no nos gusta. Cada persona es diferente, y las personas no nacemos con un libro de instrucciones debajo del brazo. Si nos quedamos esperando a que el otro lo sepa, nos espera un largo camino hacia la amargura.

  • Si utilizo fantasías sexuales durante el sexo para excitarme, significa que mi pareja no me excita lo suficiente. Tendría que bastarme con su cuerpo y su presencia

Solución: ¿por qué no añadir un poco de chispa a la relación? ¿Por qué hacer siempre lo mismo con nuestra pareja? ¿Siempre preliminares, coito, post coito? ¿Y así durante el resto de nuestras vidas? ¿Dónde está nuestra imaginación? Podemos crear tantos mundos de fantasías como nos apetezca, y podemos compartir nuestras fantasías con el otro. ¿Es que acaso hacemos daño a alguien? ¿Qué tiene de malo imaginarse en un sitio desconocido, o que otros nos miran, o que alguien participa? Son cosas que quizás nunca haremos, porque en la realidad cobran otro sentido, pero en fantasía eso es otra cosa. Muchas mujeres por ejemplo se excitan cuando se imaginan ser violadas. Eso es algo que nunca querrían en la realidad, por supuesto. Pero cuando se trata de las fantasías, todo vale. 

  • El sexo empieza cuando el hombre tiene la erección, y acaba cuando él llega al orgasmo

Solución: ¿quién ha establecido esto? ¿La antigua (y aún en parte vigente) sociedad machista? ¿Por qué tenemos que depender de las necesidades masculinas? ¿Es que acaso no tenemos derecho a detener el coito si hemos llegado y ya no nos apetece más, como hacen ellos? ¿O que ellos vean la necesidad de hacernos llegar, si han llegado ellos antes? Ese efecto “palomita”, basado en que el hombre se separa del cuerpo de la mujer cuando tiene un orgasmo… ¿es eso bonito? El sexo es mucho más que la penetración. De miles de orgasmos que tenemos en nuestra vida, sólo 1, 2 o 3 acaban en fecundación. Entonces, por qué aún se asimila sexo con coito? ¡No me extraña que luego las parejas de aburran, si siempre hacen lo mismo!

  • Las mujeres tendrían que conseguir disfrutar sólo con la penetración, y llegar de este modo al clímax. 

Solución: si las mujeres pudieran tener orgasmos solamente vaginales, entonces las mujeres que sufren ablación alrededor del mundo también podrían tener orgasmos, y no es el caso. Sin estimulación al clítoris no hay orgasmo posible. Claro está que existen casos de mujeres que llegan al orgasmo con penetración, pero eso es porque indirectamente se les mueve el clítoris. Pero eso es como si un hombre fuera capaz de llegar al orgasmo con un masaje en sus testículos. ¿Posible? Sí. ¿Fácil? No.

  • Tengo que excitarme tan rápido como él. Mi sexo es más complicado, ojalá fuera más fácil. 

Solución: el cuerpo de la mujer responde adecuadamente cuando es estimulado como lo necesita. Los hombres lo tienen “más fácil” porque en la penetración su pene está en constante contacto y estimulación, mientras que a veces el clítoris está allí esperando muerto de asco, sin que nadie lo toque (por cierto, las mujeres tienen derecho a tocárselo durante el coito, no es algo de que avergonzarse ni pedir permiso, y si un hombre se ofende con eso, tiene un grave problema). Cierto es que los hombres se calientan en segundos, son como los microondas. Las mujeres somos más como los hornos, poco a poco. Pero una vez estamos calientes, permanecemos excitadas más tiempo (y podemos ser multiorgásmicas), igual que los hornos guardan su temperatura más rato. En cambio los hombres, cuando hacen “cling” ya no funcionan (almenos durante un rato). Hay que valorar las diferencias entre cada sexo, y dejar de pensar que uno es más difícil que el otro. ¿O es que las mujeres les hacemos sentir culpables por ese “cling”? Entonces, por qué nos avergonzamos con nuestro lento despertar? 

 

Y aunque hay muchos más mitos, sólo os doy estos, que son los que más abundan. Pensad que a estos mitos se le añaden las vergüenzas de que vean nuestros cuerpos, la necesidad de “hacerlo bien”, de preocuparse de dar placer al otro… Hay que empezar a romper moldes y luchar cada día por un poco más de libertad. Y es que nos la merecemos. Con esa libertad, tanto hombres como mujeres salen ganando. Yo no creo en la guerra de sexos, creo en el trabajo en equipo y en la confianza mutua, para sentirse a gusto en la propia cama.