La somatización es un proceso por el cual las personas experimentan y expresan un dolor o malestar a través de síntomas físicos, sin base biológica que los explique.
La fibromialgia es un conjunto de somatizaciones caracterizados por cansancio, dolor crónico, cefaleas, rigidez en los músculos y tendones, insomnio, rigidez matutina, problemas de memoria y de concentración, que repercuten en la calidad de vida.
Este trastorno es una expresión fisiológica fruto del dolor emocional. Esto no quiere decir que el dolor no se real ni mucho menos inventado, imaginario o exagerado. Ese dolor está ahí, y tiene un por qué. Cuando el cuerpo nos duele está comunicando que algo no funciona. un cambio su forma de vivir la vida y de relacionarse con los demás.
Muchos pacientes de fibromialgia se caracterizan en vivir por los demás desinteresadamente, ignorar parte de sus deseos y necesidades para gustar y ser queridos. A poner a los demás en primer lugar. En la terapia se les ayuda a expresar sus emociones y poner límites a sus exigencias y a las exigencias de los demás hacia ellos.
Hay más mujeres que hombres con esta enfermedad. Ella somatizan más porque son más complacientes. Nuestra cultura fomenta que la mujer debe encargarse más de los otros. Esto se ve claramene reflejado en las profesiones dedicadas al cuidado y la dedicación a los demás, predominantemente femeninas: enfermeras, maestras, canguros, cuidadoras de gente mayor, trabajadoras sociales… También es conocido el clásico rol de la abuela que siempre lo da todo, que ella misma no se cuida, ni en apariencia ni en sus rutinas, pero que se hace querer mucho porque siempre cuida a los suyos. Aunque parezca encantador, este rol hace pagar un alto precio a la persona que lo desarrolla, si la persona no conecta consigo misma.
Estas personas viven bajo un excesivo esfuerzo contínuo, que puede ser tanto en el trabajo como en casa, o las dos cosas juntas. Ese estrés continuo es muy peligroso para la salud.
Una autoestima baja es lo que las empuja a vivir por encima de sus posibilidades, se “machacan”, no se ponen límites… no tienen desarrollada la capacidad de escucharse a sí mismas ni pueden afrontar sus conflictos internos.
Muchas veces las personas que tienen fibromialgia han recibido una educación, más unas circunstancias externas, que las han empujado a sobreexplotarse. Dos ejemplos de su situación anterior a el desarrollo de los síntomas podrían ser:
- Una mujer que a los 15 años que se quedó sin padre, era la mayor de 4 hermanos y tuvo que renunciar a su vida de adolescente para ponerse a trabajar para ayudar a su madre, limpiar la casa y dar apoyo a sus hermanos.
- Una mujer que trabaja todo el día en un trabajo agotador (como limpiar habitaciones, trabajar en una peluquería, o realizar un trabajo con mucha presión…) y al llegar a casa no pueden parar ni un momento porque tienen que cuidar a sus hijos. En el momento en que sus hijos se emancipan, su madre o padre se ponen enfermos y tienen que pasar a ser las cuidadores de sus padres, con lo que nunca viven su propia vida.
¿Qué ocurre, cuando se someten, por un periodo largo de tiempo, a estas circunstancias? que el cuerpo habla por sí sólo. No se han permitido el descanso ellas mismas, ni se han cuidado, pero ahora a través del dolor tienen que hacerlo. A veces se ven obligadas a reducir el ritmo de trabajo, y otras veces el dolor es tan insoportable que incluso la persona no puede moverse de la cama, y tienen que descansar completamente.
La psicoterapia , ayuda a la persona a comprender sus mecanismos de funcionamiento, a saber lo que le está ocurriendo. Están acostumbradas a aguantar muchas cosas que les hacen sufrir, y a aceptar que su vida es como es. También tienen problemas en decir no por miedo a herir a los demás o a perder a la gente. Necesitan estar siempre disponibles porque su autoestima se basa en la aprobación de los demás. Todos deseamos ser valorados, pero no debemos poner toda nuestra valía en manos de otros.
Respecto al dolor, el terapeuta les ayuda a ver que es importante percibirlo como una oportunidad para cambiar, y no como un enemigo que combatir o del que huir. Es difícil entender el dolor como un aliado que nos está diciendo algo y que pretende protegernos. Delante del dolor podemos tener dos actitudes: tenerle miedo o odio, o comprenderlo. Si elegimos la primera, sufren ansiedad. Si eligen la segunda, podrán mejorar su calidad de vida y manejarlo bien.
Aunque el dolor no se puede quitar completamente, se puede aprender a relativizarlo, sin que llegue a ser el centro de atención de la propia vida. Esto implica:
- La aceptación del dolor y su relativización.
- El establecimiento de buenos hábitos alimentarios y de salud
- El cambio en la forma de verse a uno mismo.
- La transformación de la manera de vivir la vida.
Aparte de estos aspectos, una parte central de la terapia es aprender a integrar lo que uno hace, con lo que piensa y siente, estando en harmonía con uno mismo.